miércoles, 15 de diciembre de 2010

Que cien años no es nada

Se acaba el año y la resaca bicentenaria se comienza a sentir. Nuestra región celebró sus independencias respectivas (lo que sea que eso signifique hoy), gastando recursos, regenerando ideas y tratando de rescatar la memoria en estos tiempos difíciles.

De este lado del continente, dispendio estúpido de recursos en desfiles que se quedaron cortos, obras inconclusas, festejos para pocos en medio de un clima enrarecido. Del otro lado del continente el rescate de la memoria, festejos majestuosos sin dispendio vulgar, dando voz a sus comunidades, desde Ushuaia a La Quiaca. Del otro lado de Los Andes, con el país en ruinas, la derecha desde La Moneda se sirvió de los mineros e hizo suya la causa mapuche vendiendo su festejo apelando a la unión nacional, ¡y les sirvió!.

En medio de esto, uno de los más geniales grupos de latinoamérica, Congreso, lanza el anhelo al aire de que en otros cien años, en verdad haya algo que celebrar.

"El Tricentenario"
Grupo Congreso, "Con los ojos en la calle", MACHI, Chile, 2010

viernes, 3 de diciembre de 2010

Imágina-te

Cada cuando, llega el momento de volver a poner los pies en la tierra.



Imagináte m'hijo, de Leo Maslíah
Amaru, Patria Grande, Alerce, 2008

domingo, 28 de noviembre de 2010

Está canción durará por siempre



Yo solo tengo esta pobre antena que me transmite lo que decís: una canción, mi ilusión, mis penas, y este souvenir.

Volví

sábado, 25 de octubre de 2008

Cuando salí de Santiago todo el camino lloré

Tanto ha pasado desde la ultima entrega de este "choripan vegetariano" (Lashús dixit). Mis últimos días en Santiago del Estero, los más últimos en Buenos Aires. Mi fasceta improvisada de reportero, mi trabajo como contrabandista cultural, la avalancha de experiencias que me dejan impávido.

Mi regreso de Montevideo fue de lo más apurado, como todos los regresos. Decidí retrasarlo un día, respirar ese aire de tranquilidad, raro en una ciudad. Vinos, vinilos, compromisos gustosamente adquiridos, libros antiquisimos, compañías gratas, mar (rio para los argentos), alfajores y agua mineral con gas.

Un israelita descendiente de brasileños me tocó de compañero de bondi, palabras y punto. Crucé el Río de la Plata laburando en el buquebus, para enviar a la madre patria (¿bendita? tecnología) mi trabajo que me liberó de las reciprocidades sociales típicas de Estado Benefactor.

Buenos Aires y el Sr. Corresponsal. Enojo con la gente de LAMC, borrachera de desquite. Capital Federal "no tan hostil". Camino, corro, siento, vivo. Los chicos en el departamento son los mejores anfitriones. Regreso anticipado a Santiago del Estero por mi participación en el EJI/8.

Los últimos y añorantes días en Santiago, visitas, charlas, entrevistas, exposiciones, fotografías, cenas, confidencias, caminatas nocturnas, cerveza, vino y pizza. Tan acelerado el ritmo, como mi vida citadina, tantas experiencias que me marcaron.

El libro firmado obsequiado, los abrazos fraternos, el certificado de naturalización, el adelanto de mi cumpleaños, las palabras y muestras de cariño que me dejaron anonadado, realmente uno no se siente merecedor de tanto. Mi agradecimiento se retribuyó. "Ya no me quiero ir"

El último día acelerado, los disgustos con las únicas tres librerias existentes en la Ciudad. Compactar mi equipaje, imposible y me prestan otro bolso. Corro hacia la terminal (¡que raro!) y subo, me despido de Carlitos, Juan Cruz y "El profe". Hago las llamadas correspondientes, canto y lloro, "Añoranzas"

Dos días, dos en Buenos Aires. Shooping Cultural. Videos + Discos + Libros. Dinero que falta, producto de los vaivenes capitalistas. Las horas faltan y las cosas que hacer sobran, no hay tiempo y corro al aeropuerto antes que mi avión parta.

Tanta vida en tan pocas líneas. Si, parece telegrama. Las emociones me circundan, las sigo asimilando, y sigo soñando con el Mishki Mayu.

Hasta el año que viene, Santiago
Esto no se acaba....

lunes, 29 de septiembre de 2008

Vidalita acordate de José Artigas o ¡Que linda que es la Banda (Oriental)!

Crucé el charco, ese que para los argentinos es Río, y para los uruguayos Mar. Ahora estoy de lo más contento en Montevideo, después de un trajín nada accidentado, al principio (como todo en la vida que es nuevo) cargado de cierta incertidumbre de pisar otro país, pero nada, maravillado de lo bien que me recibió el país. Los humores (dicho en lenguaje de otra época) son distintos, el "país de viejos" me da la bienvenida como nunca.

La humedad envuelve la llegada, y la incertidumbre se vuelve ansiedad, una escala técnica (para alimentarme por que antes sólo habia comido un alfajor y un té) y ya me encuentro en el bus 64 que por $13.50 pesos uruguayos me lleva a la Plaza Independencia. Me instalo en el hostal (siempre los hostales tienen esa onda hippie que no me convence demasiado, pero es lo más económico para un bolsillo tan castigado como el mio, jaja), me ducho y salgo a hacer compras en el super y a realizar las llamadas correspondientes. En un rato como alfajores y mandarinas antes de mi encuentro con Diego, "vocero" y músico de Buceo invisible.

Llegamos a la casa, me ofrece un calido abrazo y esperamos a los demás chicos(pues mi llegada coincide con sus reuniones previamente programadas) Llega Santi y Marcos, al rato arriba Pablo; charlan, charlamos después del proyecto, me invisto con el traje de reportero posmo y empiezo a hacer la nota. La velada se exiende entre sorbos de ron y pizza. Mis oidos se congratulan por el Pre Master de nuevo disco. Acabo extasiado, contento y algo cansado.

Este día, Lunes 29 amanece lluvioso, lo cual celebro, hace meses que no veo llover. Llueve y la niebla cubre la costa, el frio húmedo es calmado con mates y un cortado con tostado.

Me siento tan a gusto que lamento que en pocos días tenga que volver a la Argentina, a cerrar mi viaje para volver el día de mi cumpleaños a México.

Y bueno, así es esto

jueves, 18 de septiembre de 2008

¿Viva México?


El delirio del resfrio me volvió a tumbar en la cama, pero esta vez no me quede en ella, andaba saliendo por las noches a La Banda a trabajar, volvía cuando el frio era insoportable para mi cuerpo (que se encontraba resentido y a cualquier vientecillo tiritaba)

No "celebré" nada el 15, me la pasé comiendo empanadas y tomando vino. La idea de reunirme con la "comunidad mexicana" se desvaneció al no tener los datos precisos de los dos unicos mexicanos más que conozco viven en Santiago del Estero.

A la mañana del 16, día del típico desfile militar, descubro que hubo un "atentado" en la capital Michoacana, heridos, muertos; producto de un par de granadas eventadas a la multitud en plena fiesta. Testigos apuntan a un hombre que antes de arrojar los artefactos pide perdón, mientras aseguran que el ejército llegó antes que las ambulancias. Yo mientras tanto pienso que la mejor arma del poder es el miedo, y que lejos de actores y razones, el objetivo es ese, infundir el miedo.

Tanto que me dicen, que leo, que comentan en los blogs, uno ya no sabe ni que creer. La prensa siempre presenta un panorama de lo acontecido, dependiendo del carácter de la editorial. Hablan de desaparecidos, de enfrentamientos a la par en otras lugares cercanos a las explosiones, del silencio complice de la televisión al momento de los atentados (en pleno "grito nacional": 10:30 - 11:00), y ante todo esto el miedo, que atrapa y consume, que condiciona y manipula. Que puede desencadenar reacciones insospechadas, volcar al país en un escenario de violencia (vaya) mayor.



Y si, yo también tengo miedo.