sábado, 12 de julio de 2008

Tradiciones Santiagueñas 1

Algo que decididamente no entiendo, y es que mi espítiru neoliberal brinca en cuanto ve algún fenómeno de esta índole, es que la ciudad esté muerta entre la una y las cinco de la tarde. Eso que llaman siesta, tan envidiable para el citadino, es algo muy común en esta parte del mundo, los comercios cierran, la gente se ensimisma, las calles permanecen desoladas, y eso que la desolación es parte de esta provincia donde estaré algunas semanas.

Y es que uno esta tan acostumbrado a encontrar todo a cualquier hora que el hecho de que un establecimiento esté cerrado (independientemente si sea fin de semana o no) no deja de perturbarlo a uno.

La siesta tiene sus ventajas, por ejemplo, soportar las guitarreadas o desmañanadas (como la de ayer en la cual me estaba quedando dormido). Pero pues no me cabe, aún. Entiendo las ventajas, las necesidades (en verano, el calor es terrible y no queda otra cosa sino dormir) pero simplemente frente a mi lógica no entra este concepto.

Tambien produce extrañamiento el popote que dan con cada refresco que compres (independientemente el local), el vasito de agua mineral con cada café, el desayuno tan mínimo y el apacible andar de la gente local.

Pero bueno, aca me quedaré un tiempito por cuestiones académicas. No me quejo, pero no deja de producirme desconcierto, yo hombre (ja) de ciudad.

viernes, 11 de julio de 2008

Estúpidas fronteras bananeras

Y que decir, ha sido un largo y cansado trajín esto de llegar a la Argentina, particularmente acá a Santiago del Estero. Todo iba bien hasta la incertidumbre que significaba no tener un bus previamente anunciado que me llevara de La Paz a Salta, es decir, cuando compré mi boleto a Salta con una empresa boliviana, en la estación en La Paz, el empleado me citaba media hora antes de la partida para "llevarme a donde el bus, por que luego se pierden". Y bueno, ahi estaba a la hora fijada y ninguna pista del empleado, ahí empecé a dudar.

Total, después de un recorrido nervioso por la terminal logré dar con el tipo, Giancarlo me ayudó a registrar mi equipaje y subi con complicaciones a un intestado y descuidado autobús. Y bien, el viaje empezó, el motor rugió y emprendimos el camino hacia Oruro, una de las paradas obligadas del viaje. Antes de eso, pasamos a El Alto, zona marginal de La Paz, donde empecé a sentir sed, pero decidí no bajar a comprar nada por que ello implicaba dejar mis cosas en el bus a merced de los dueños de lo ajeno, y no es que desconfiara de los bolivianos, no, no era nada particular, sino que desconfío en general de todos, jajaja.

Total, me dije a mi mismo que nadie moria por no tomar agua una noche. El bus partió, y yo me reacomodé, digo, yo y mis cosas, una mochila, una maleta y la guitarra. A mi lado, un señor con la boca verde producto de las hojas de coca que nunca dejó de masticar durante todo el viaje hasta Villazón (pueblo limítrofe boliviano con La Quiaca, Argentina), al principio no me importó, pero la incomodidad producto del olor se hizo presente a los pocos minutos, ip!

Y bien, el viaje seguía, llegamos a Oruro y el frio altiplánico comenzaba a mermar, y cada vez se volvía mas duro, la noche se hacia presente y el viento disminuía la ya mermada temperatura. La noche entera apenas pude conciliar el sueño, producto del frío incesante, mis pies congelados parecían estar dentro de un balde de agua helada, mis piernas se entumecían a pesar de la ropa térmica y ni mi abrigo y chamarra me fueron suficientes para librar el frío boliviano.

Llegamos a un poblado en medio de la nada, para esto los caminos asfaltados habían concluido hace unos cuantos kilómetros. Nos obligaron literalmente a bajarnos del autobús para desayunar, tiritando de frío, trataba de hacer el balance para que mis veinticinco pesos bolivianos me alcanzaran para una bebida caliente, pan, cigarros y agua. Apenas logré que el café calentara mi cuerpo y que la pieza de pan me saciara salí a comprar cigarros pero la señora de un kiosko (tienda) malencarada dijo que no había, ni modo, sólo agua conseguí.

Subimos al bus, seguimos por el camino accidentado pasando rios secos y terraplenes que retrasaban el camino. Aproximadamente llegamos a las dos a Villazón. Me apuré a pedir mis cosas y me acerqué a la agencia que me había vendido mi boleto, para reclamar el bus que me llevaría a Salta. Los hijos de la chingada me remitieron a una agencia ubicada del otro lado de la frontera. Sería por las prisas de perder el bus o por que estaba cansado y quería cuanto antes llegar a la Argentina, fui hacia el lugar citado cargando con "mi cruz y mi calvario" (aproximadamente 50 kilos de equipaje). No bien llegue a la mitad del camino fui "socorrido" por un señor con un carrito que se ofreció a llevar mis cosas (digo "socorrido" por que igual tuve que darle las ultimas monedas bolivianas que tenía)

Lleguamos al puesto de control boliviano, el señor me esperó y yo temeroso del destino de mi equipaje fui a sellar mi salida del mentado país. El tipo de la oficina de migraciones dijo "hay un nuevo pasaporte mexicano" y yo "si, es plastificado, pero el mio es edicion anterior, no me joda". Viendo mi enojo selló el documento y salí apurado a seguir con el tramite del otro lado del puente de cruce.

La fila del lado de la oficina de migraciones argentina no era larga, pero la tardanza entre una persona y otra era bastante. Al final descubrí que unos jodidos europeos fueron la causa del atraso generalizado de viajeros, la mayoria bolivianos o argentinos que pagabamos la ignoracia de los militares encargados de la oficina.

Mi trámite no duró nada, ni cinco minutos, si se compara con las casi tres horas que estuve esperando en esa fila y en otra destinada a checar que no llevara fetos de llama, chuños u hoja de coca. La revisión del equipaje pasó sin mayores complicaciones que las que daban el sacar las cosas que tanto trabajo me costó acomodar. "De prisa"(las comillas son por que es dificil ir de prisa cargando 50 kilos a cuestas) me apuré a llegar a la estación de buses en La Quiaca para descubrir que mi bus obvio se había ido y que debía esperar otro de las ocho de la noche, para llegar a mi destino a las ¡¡tres de la mañana!! u otro a las once para llegar a las seis. Preferí la segunda opción.

Mi espera pudo haber sido menos desesperante si hubiera podido retirar dinero del cajero, pero no, los dos unicos cajeros del pueblo estaban descompuestos y en mi haber sólo tenía diez pesos bolivianos, que en argentinos significaban cuatro. Una leve comida y una llamada a casa fue lo que pude conseguir con tan magra fortuna. Mi espera en la terminal era desesperante y no podía concentrarme para leer ni para otra actividad que no fuera la contemplación. Por suerte, hice migas con una pareja de primos argentino-peruanos, y nos hicimos el rato menos arduo (ellos salían a la misma hora pero a Buenos Aires). Platicabamos de tonteras, de lo que haciamos en nuestros lugares de residencia y prometimos encontrarnos en la capital argentina.

A la hora indicada llegó mi bus, subí a el con ansia y me dispuse a dormir un rato, el cansancio en mi era evidente. El sueño lo concilié con trabas, pero recién sentí que el sueño concilié un retén argentino nos obligó a bajar con nuestras cosas para hacer revisión de rutina. Malencarado contesté al militar que me preguntaba mis motivos del viaje, y no se si fue mi actitud o que el retén era pura pantalla (por que vi que bajaban los militares paquetes forrados de cinta canela y los introducían al cuartel sin el menor reparo de los choferes del bus ni de otro militar presente) que no revisaron mi equipaje completo. Ya en el bus traté de seguir descansando pero en menos de lo esperado llegue a mi destino, la ciudad de Salta, siendo las cinco cuarenta, hora local.

Por falta de saldo suficiente no pude retirar dinero del cajero, viendome en ese apuro y sin un peso, tenía pocas opciones, tocar canciones mexicanas en la calle, traficar con tequila y souvenirs latinoamericanos, volverme vendedor de libros o ir a un hostal, descansar y arreglar mi situación financiera con auxilios desde México. Opté por la última y camine con mi carga hasta el primer hostal que divisé. Desayuné, me duché y al recostarme el cansancio me invadió y me quedé dormido. Por la tarde desperté y previa comunicación a casa logré resolver el problema financiero. Salí a sacar dinero, a comer, re-conocer la ciudad (dos años antes ya había estado ahí) y a comprar mi pasaje rumbo a mi destino principal aca en tierras australes, Santiago del Estero.

Por la noche volví, pague mi deuda con el dueño del hostal y me dispuse a descansar para salir a primera hora del día siguiente al lugar donde me encuentro ahora feliz, descansado y dispuesto a trabajar (academicamente hablando)


Y ya, esta es la letanía producto de las vivencias de los pasados días. Si, es queja, pero así es esto de los viajes.



♪ Regina Orozco - Canción Mixteca (por eso del "extrañamiento" del terruño,jajaja)

domingo, 6 de julio de 2008

Hola Bolivia, adios Bolivia

Ahora estoy en La Paz, fui bien recibido por Giancarlo, amigo oriundo de Cochabamba pero que vino acá y me albergó en casa de su familia. El primer día lo pasamos alimatándonos, recorriendo parte del centro, tomando fotos, impactándonos con el respecto cívico al izamiento de la bandera boliviana y cenando en un restaurante decente.

Al siguiente día salimos a recorrer la zona Sur, (fresa) con unos amigos recién hechos por nuestro anfitrion. Almorzamos Picantes (guisos a base de chiles, no picantes para el mexicano promedio, acompañados sea de tallarines, pollo, papa y/o maiz. Seguimos el recorrido, y caminamos un poco por el centro de la zona Sur, comimos helado de una fruta local y nos fuimos, después de haber cambiado de vehículo, de una Jeep a una especie de Chevy, a recorrer el Valle de la Luna, zona árida erosionada por el viento que simula la superficie lunar. Ya después fuimos al centro, luego a un café y volvimos a la casa adoptiva a descansar.

El siguiente día caminamos por el centro, compramos pasajes para partir y descansamos un poco, día de hueva, debido al cansancio acumulado. Al siguiente día fuimos al centro arqueológico Tiawanaku, (especie de Teotihuacan local)

El día de ayer me la pasé lavando ropa, preparándome para el viaje posterior y en la tarde-noche, guitarreando con amigos bolivianos y tomando de lo lindo.

Hoy viajo a Salta, Argentina, no sin antes ir de shooping, jajaja.

Bueno, así las cosas al día de hoy.

Fotos en Bolivia

Pinta política local


Otra pinta política local


Cuadro ubicado en la casa adoptiva :)




Muro en el centro arqueológico Tiawanaku, a hora y media de La Paz




Otra foto en Tiawanaku


Nuestro anfitrio, Giancarlo, tomando fotos en el Valle de la Luna


Izamiento de las banderas, en la Plaza Murillo, la Bolivina y las de cada departamento.





Títeres de personajes famosos que compramos en la zona artesanal.








Local de belleza (jajaja)

martes, 1 de julio de 2008

Estúpida maravilla del mundo


La llegada a Cuzco fue accidentada, después de 23 horas de viaje desde Lima llegamos con malestar, o al menos, yo llegue con malestar, producto del viaje por los Andes y de la maldita altura de la Ciudad. La tarde-noche de ese dia fue casi perdida, me la pase recuperandome, logramos salir un poco a recorrer Cuzco de noche.

El sábado, día posterior al que llegamos, fuimos al mercadito, preguntamos precios para ir a la dichosa maravilla del mundo (optamos por realizar el viaje por nuestra cuenta dados los precios de las "agencias"), compramos algunas cositas y subimos al Sacsaywaman, fortaleza incaica que no le envidia nada a las pirámides de por allá, salvo que estan a mucha más altura. Con frío y con la noche encima (aca oscurece más temprano) acabamos por recorrer el sitio y regresamos a casa, pasando por un cafecito muy ameno atendido por personas más amenas (jajaja)

El dia de la espera llegó (ash) y llegamos a la terminal de buses (toda chacal) a las cinco de la mañana para llegar a Urubamba (2 horas y media), para de ahí tomar un colectivo hacia Ollaytantambo (20 minutos) y de ahí tomar el estúpido tren que nos salió un ojo de la cara (500 pesos mexicanos de ida, y otros más de vuelta)







El trayecto no fue complicado, en una hora estabamos por allá dispuestos a llegar a la "maravilla del mundo", sólo que debíamos pagar catorce dólares para que nos subieran en un bus todo mamón, por lo que preferimos irnos caminando (oh error). Tardamos como hora y media en subir una montaña, para llegar exhaustos a el mentado sitio, para el cual tuvimos que desembolsar otros doscientos pesos (eso con descuento de estudiante). Subimos otro poco más y pues la imagen que se nos presentó valió la pena totalmente.




En cuatro horas recorrimos ese centro ceremonial, me perdí en sus laberintos, caminé por sus pastos, y tuve ese gozo que se tiene después de un esfuerzo pocas veces hecho. Fui casi atacado por una recua de llamas, pero salí ileso, jajaja. Después del merecido descanso, descendimos la mencionada montaña para llegar con la noche a cuestas. Comimos un breve refrigerio en el tren de vuelta atolondrados por los turistas que realizan su aventura tercermundista.


De vuelta a Ollaytantambo, tomamos el primer colectivo a Urubamba, para volver a Cuzco, sólo que el hecho de ser noche de domingo, nos limitó el transporte, tuvimos que tomar taxi que nos cobro como ochenta pesos :S En fin, así terminaba nuestra cara visita a la dichosa ciudad inca, jajaja. Valió la pena, pero me gaste lo de semana y media :S

Y así, el lunes último desayunamos en el mercado con una señora muy amena que los tres dias nos decia "hasta mañana", recorrimos algunos museos, hicimos shooping (:S) e hicimos los breves preparativos para partir hacia La Paz, donde andamos ahora.

La frontera la cruzamos caminando, por un puente sobre un rio que desemboca del Titicaca. La imagen del límite territorial podría haber sido sacada del mejor libro surrealista. Un frio que estremecia todo el interior, una fila llena de turistas, y de gente local esperando que su pasaporte se sellara, en las calles, mujeres típicas del altiplano cambiaban dolares y euros, sentadas tras unas mesas diminutas. Circulando por las mismas calles, triciclos convertidos con unas tablas en bicitaxis, ahorraban la caminata de un país a otro, mientras otras vendían discos piratas a un sol (tres pesos mexicanos) y otras más, desayunos y mate de coca en envases de Coca-Cola.

Así pasamos la frontera, llegando a la Paz con un retraso de dos horas producto del control migratorio de ambos países, y de dos retenes bolivianos.

Ahora ando acá, después de una buenisima comida, esperando que un amigo me rescate, jajaja.

Cambio y fuera

Adios Lima


Y bueno, que decir, los últimos dias en Lima fueron independientes, anduvimos perdiéndonos en la ciudad, visitando la parte fresa de Lima, recorriendo el Centro buscando libros, videos, discos y algo más :P


Conocimos a los chicos de la Casa de Cultura Martín Olivos, que tienen un proyecto bien interesante sobre el rescate de la identidad local en una zona periférica de la ciudad de Lima. Ayudados por los habitantes de la zona, establecen proyectos de intervenciones de espacios públicos con un éxito envidiable, son autosustentables, y su visión de mundo da ánimos



De igual forma recorrimos el centro, y llegamos al Paseo Quilca, mezcla de Chopo mexicano con Coyoacán y Coapa, donde encontramos musica, libros y videos baratos, "casi originales" y originales también, jaja.




Nuestro último día en Lima fue apurado, hicimos (hice) tinga para nuestra anfitriona y le gustó mucho, jaja. Como siempre corrimos a la estación de buses para partir a Cuzco, pero no hubo nada que lamentar puesto que salió con bastante retraso (al parecer no es característica del mexicano solamente.


Y ya, le dije adios a Lima, lamentando que el Pisco que iba a comprar no regrese conmigo, sino mucho antes, culpa de los dineros, pues, jaja.