sábado, 12 de julio de 2008

Tradiciones Santiagueñas 1

Algo que decididamente no entiendo, y es que mi espítiru neoliberal brinca en cuanto ve algún fenómeno de esta índole, es que la ciudad esté muerta entre la una y las cinco de la tarde. Eso que llaman siesta, tan envidiable para el citadino, es algo muy común en esta parte del mundo, los comercios cierran, la gente se ensimisma, las calles permanecen desoladas, y eso que la desolación es parte de esta provincia donde estaré algunas semanas.

Y es que uno esta tan acostumbrado a encontrar todo a cualquier hora que el hecho de que un establecimiento esté cerrado (independientemente si sea fin de semana o no) no deja de perturbarlo a uno.

La siesta tiene sus ventajas, por ejemplo, soportar las guitarreadas o desmañanadas (como la de ayer en la cual me estaba quedando dormido). Pero pues no me cabe, aún. Entiendo las ventajas, las necesidades (en verano, el calor es terrible y no queda otra cosa sino dormir) pero simplemente frente a mi lógica no entra este concepto.

Tambien produce extrañamiento el popote que dan con cada refresco que compres (independientemente el local), el vasito de agua mineral con cada café, el desayuno tan mínimo y el apacible andar de la gente local.

Pero bueno, aca me quedaré un tiempito por cuestiones académicas. No me quejo, pero no deja de producirme desconcierto, yo hombre (ja) de ciudad.

No hay comentarios: